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miércoles, 7 de noviembre de 2012

Municipales y voto voluntario






Ya ha pasado en parte la fiebre de las elecciones municipales en Chile y ya se están sacando las primeras conclusiones del proceso. Los elementos más relevantes han sido la inauguración de la inscripción automática y el voto voluntario, por una parte, y la derrota de los candidatosl de derecha por otra.

Las elecciones tuvieron también un elemento novedoso: la abstención de alrrededor de un 60% de los habilitados para votar. Esto ha provocado que muchos cuestionen la oportunidad del voto voluntario y propongan, sin muchas posibilidades de éxito, el voto obligatorio. Para ser sinceros, hace años que el voto es voluntario en Chile. Si bien había que justificarse por no votar, en la realidad nadie era llamado para justificar su falta, por los altos costos que involucraba. Pero esta vez el mensaje comunicacional era otro y provocó que la gran mayoría prefiriera quedarse en casa y no concurrir a las urnas.

Esto refleja evidentemente un desinterés por la política electoral que va en aumento y para comprender el fenómeno hay que remontarse a la primera elección de este nuevo periodo: el plebiscito del 88. Esa vez, la votación fue alta y el interés por decidir el sistema que regiría en Chile fue mayoritario. Al contrario de lo que parece, el plebiscito no fue entre democracia o dictadura, sino entre quiénes darían nacimiento a la nueva democracia. Tanto el gobierno militar como los partidos de la concertación hablaban de democracia, por lo que la discusión era sobre quién conduciría el proceso.

La elección de Aylwin fue como el segundo capítulo de la misma historia, ya que el discurso de la Concertación era que había que asegurar la democracia y votar por alguien que no estuviera comprometido con la dictadura, el discurso de "no hay que dejar que gane la derecha" se inauguró entonces y serviría para asegurar el triunfo por lo menos tres  veces más. La elección de Frei fue carrera corrida antes de empezar y la de Lagos ya mostró los primeros signos del agotamiento de la estrategia. Con Lagos, por primera vez se produjo una segunda vuelta, como una especie de aviso de la población, como una advertencia a la Concertación indicándole que ya no se estaba dispuesto a dar un voto si es que no realizaban de verdad el proyecto que le presentaron al país el 88: La instalación de una verdadera democracia, con participación real y no sólo una consulta cada 4 años.

En la elección de Bachelet la concertación se enfrentó por primera vez a la posibilidad real de perder la elección, logrando sortear la situación con el apoyo del Partido Comunista y con la ya consabida consigna de "hay que detener a la derecha". El gobierno de Bachelet tuvo muchos fracasos, debido a los conflictos internos de la concertación ylos errores de gestión que son conocidos extensamente. bachelet terminó con un alto apoyo, pero no logró traspasarlo al candidato de la Concertación, que perdió frente a Piñera por primera vez.

La elección de Piñera fue el primer signo evidente de hastío por parte de la población. La gente dejó de creer en el discurso del "mal menor" y decidió darle una oportunidad a la derecha, más como voto anti-concertación que como apoyo real a las políticas de la UDi y RN. Al poco andar, la desilusión cundió, principalmente por el fuerte personalismo del presidente y por los sucesivos errores comunicacionales del gobierno, a pesar que la gestión ha sido buena, considerando obviamente que esa gestión se ha mantenido dentro de las lógicas de la derecha,

En este proceso de acumulación del desencanto, era obvio que cuando se le señalara a la población que no era obligatorio votar, la mayoría decidiera no hacer el "trámite", sobre todo frente a la falta de opciones que significaran un cambio real. Fue casi un gesto de rebeldía frente a la mal llamada "clase política", que provocó la perdida de muchas municipalidades en poder de la derecha. Para ser sincero, no creo que en este panorama el voto voluntario pretendiera aumentar la participación, sino todo lo contrario, es decir, reducir la participación a la población perteneciente o controlada por los partidos, haciendo que la gran mayoría se automargine de participar.

De ahí que los llamados a volver al voto obligatorio sólo sean cantos de sirena. nada más funcional para mantener el poder de los dos grupos dominantes que la baja participación de la gente, además de un padrón electoral menos controlable, más manejable. Ahora la estrategia fue el acarreo de gente para votar y los partidos que pudieron comprometer voluntades por lo medios que fuera tuvieron la victoria.

Los grandes perdedores fueron los independientes, que tienen el respeto de la gente, pero que no lograron traspasar ese respeto a un apoyo electoral. Otro perdedor fue el movimiento estudiantil, que se restó del proceso sin conseguir hacer que su gran apoyo social direccionara la elección a favor de sus intereses.

Con este panorama, el paso siguiente debería ser el cambio del sistema binominal y de la ley de partidos políticos, para así dar peso real al voto y evitar que los partidos deban hacer pactos sólo para sobrevivir como tales. Más allá de esto, se impone un proceso real de participación de los ciudadanos, tales como la iniciativa popular de propuestas de ley, la ampliación de las materias que pueden someterse a plebiscito, la instalación de plebiscitos comunales vinculantes y la posibilidad de remover autoridades cuando la mayoría de la población estime que no han cumplido correctamente sus funciones. Sin estos cambios, la consulta cada cuatro años sobre quién debe ejercer el poder será sólo un rito que pretende mantener una democracia formal, que en el fondo disfraza la verdadera naturaleza de nuestro sistema político, donde una minoría decide entre quiénes debemos decidir, y sin posibilidad alguna de ser removidos si no realizan el mandato que el pueblo, que en una democracia verdadera es el soberano, le ha encomendado.

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