Los zombies son, en la fantasía popular, personas infectadas por un extraño virus, que reduce al mínimo su capacidad cerebral, limitándose a reproducir las rutinas básicas de subsistencia, atacar a los vivos y alimentarse de lo que puedan. No son conscientes, no piensan, solo quedan algunos hábitos de su vida anterior que repiten mecánicamente.
Hoy se ha hecho realidad esta distopia: tenemos un presidente zombie. Aún no es un cadáver político, pero su carrera ya está acabada. Es un muerto caminando, que sigue actuando como si gobernara y repitiendo rutinas que ya carecen de sentido. Junto con eso, su acción pone en peligro a los vivos, los que deben evitar su contacto para no terminar convertido en un zombie también.
Esa es la actitud que tienen los demás políticos, incluso los de su sector, con el zombie piñera. Evitan su contacto, no lo apoyan y buscan distanciarse de él, porque apoyar al presidente hoy puede convertirte en otro zombie político, puede terminar tu carrera y hacer que en futuras elecciones tengas todas las de perder. Ese es el cálculo que están sacando muchos parlamentarios: mostrarse como abiertos al diálogo, cuando no claramente como los salvadores, para evitar hundirse junto con un gobierno que ya carece de toda legitimidad moral.
Las continuas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos, ya reconocidas por amnistía internacional, sólo aportan un dato más en la decadencia del sistema. Sumado ello a la movilización social que no se detiene, ha puesto en jaque definitivamente a un gobierno y a una clase política alejada de las necesidades reales del pueblo y que se ha vuelto incapaz de responder. Aquí todos los superhéroes se pisan las capas, lo que uno dice lo contradice en otro, llegando a la inacción por anulación de propuestas contrarias. Y mientras tanto, en las calles, la gente sigue marchando, protestando y muriendo.
Frente a esto, la respuesta del gobierno se parece a una televisión encendida en un bar, esta encendida, nadie la ve, a nadie le interesa, aunque repita el mismo programa y la misma rutina una y otra vez.
Tenemos un gobierno zombie y es necesario resistir, por los que murieron, fueron y están siendo torturados y cegados. Los zombies dan miedo,,aunque a veces hagan cosas ridiculas. Que el miedo no nos gane. Ellos nos quieren convertir en zombies, mudos, sometidos, sin capacidad de pensar y razonar, menos de luchar y cambiar las cosas. De nosotros depende.
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